Cuando viajar se vuelve una obsesión

El mercado turístico tiene unos recursos infinitos. Por este motivo, antes de partir empezamos a navegar por el mar de las inagotables informaciones que nos ofrece internet. ¿Tenemos un destino y poco tiempo para explorarlo? Bien. Nos ponemos en contacto con los amigos que han estado allí y les pedimos consejo. Si esto no es suficiente, además escribimos un post en Facebook. Luego, buscamos las informaciones que podemos para preparar nuestro programa lo mejor posible, en Wikipedia y en los web especializados. Investigamos los restaurantes en Tripadvisor. Canalizamos nuestros intereses, construyendo un itinerario perfecto, completo de monumentos, comidas, cenas, ocio, museo, todo organizado en orden cronológico. Lo imprimimos tres veces, por si acaso perdemos una copia, y después… no lo respetamos.

¿Cuál es el límite de nuestro programa? El programa mismo. La curiosidad va más allá, y apenas aterrizamos, unos segundos después de subir al bus, nos damos cuenta que nuestro supuesto itinerario perfecto es papel mojado. Intercambiamos un par de palabras con el conductor y rápidamente, en cinco minutos, hemos hecho círculos en nuestro mapa en una zona donde extrañamente no pensábamos acercarnos. Los lugares de nuestro viaje serán estos.

¿Qué buscamos cuando viajamos? ¿Queremos visitar cuantas más atracciones turísticas podamos o vivir al menos por algunos días la ciudad, la gente, los bares, los barrios? ¿Preferimos ver la Tour Eiffel desde un bus descubierto o a traves de los vidrios de  un “bistró” con un chocolate caliente, en compañía de una señora de Paris que nos cuente una historia? Quizás con el bus turístico habremos visto el Arco de Triunfo, “les Invalides”, Montparnasse en pocas horas, pero el recuerdo de la historia y el sabor del chocolate de ese lugar con vistas será lo que de verdad quedará en nuestra memoria. El turismo es también esto: poesía.

Poesía, curiosidad, búsqueda, movimiento… Hay quién visita una ciudad por la primera vez. Y hay quienes lo hacen cada día y puntualmente descubren algo nuevo, se emocionan, se informan y prueban de entender por qué durante tantos años un lugar concreto se les escapó. Y finalmente hablamos de ello, llevamos primero a un amigo, y después a otro. Hasta que alguien nos pregunta: ¿Conoces un lugar donde…? Y nosotros pensamos en ese sitio. Ahí está! Nuestro concepto de “Guiar”. Lo escribimos con la G mayúscula porqué es una vocación, una necesidad. Tenemos una dependencia visceral a las experiencias, similar a la de los turistas, aunque no solo del viaje, también de nuestro territorio.

Y es por este motivo que las visitas guiadas que imaginamos son abiertas. Queremos emocionarnos con quién nos sigue y escucha, gozar juntos de la descubierta. Pensamos que contar cientos de años de historia del arte románico a un grupo que solo quiere comer tapas o beber sangría sería una herejía. Entonces, pongamos que sea “tapas tour”!.

Queremos ofrecer el placer de la revelación, no la tortura de la escucha. Solamente ahora lo podemos hacer, cierto, después de años de estudio, de experimentación, conocimiento del entorno y emociones compartidas. Motibarna tours nace del trabajo de guía turístico, aunque también de una idea y de unas vivencias personales… Seguirnos y descubriréis a donde os vamos a llevar!

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